Aquí y ahora

Soy feliz sin causa aparente:
mi felicidad es la causa
de toda luminosa apariencia.

En algún lugar del mundo
el sol acaba de levantarse.

Aquí y ahora
la noche esta estrellada
más allá de las nubes de tormenta.

Libertad

Una joven esclava, que amaba la libertad, fue informada de que su liberación llegaría en el momento en que contrajera matrimonio.
Tenía dos pretendientes: un joven rico y famoso, al que todas las muchachas perseguían, y un anciano forastero, sin nombre ni propiedades. 
El joven que la apasionaba no tenía edad suficiente para casarse. Se rumoraba que la alcanzaría el día siguiente. 
Tan grande era su amor por la libertad, que se decidió por el viejo. 
El matrimonio se efectuó al instante. 
Y vivieron felices para siempre.
Acabo de  reunirme con un experto en el tema del tesoro difícil de encontrar. Desde que tuve conocimiento por primera vez de la existencia de este tesoro, su búsqueda se convirtió en el objetivo principal de mis horas.  Y ahora, por primera vez,  he logrado reunir datos concretos y conclusivos sobre su localización. 
Según mi informante, existen caminos tan ocultos que solo los transitan aquellos que han perdido el rumbo.  Y entonces los toman por caminos regulares, ya que si al menos supieran que se han perdido no estarían tan completamente perdidos.   Para encontrar el precioso tesoro hay que recorrer uno de estos caminos, y hacerlo en el sentido correcto (aquel que nos acerca y no el que nos aleja).

Solo el que se pierde a sí mismo tiene la posibilidad de toparse con el tesoro. 

Y en verdad son pocos los que no lo hacen.  
De hecho, no estaríamos vivos si no lo hubiéramos encontrado al menos una vez.
Y hasta aquellos afortunados que se han formado el hábito de encontrarlo a diario solo lo han encontrado una vez.

El reto mayor consiste en ser capaz de reconocerlo una vez que nos enfrenta…

Si tenemos bien claro  en nuestra mente qué  es lo que estamos buscando, eso será lo que obtendremos, y entonces habremos perdido la oportunidad de identificar el  tesoro y disfrutar sus bendiciones. 
Pero incluso los viajeros de más estrechas miras lo han identificado al menos una vez, y a ello deben todas las alegrías, muchas o pocas, que han disfrutado en su paso por el mundo de las formas, si bien el tesoro no consiste en ninguna de ellas, ni en la suma de todas, sino que es eso que nos da la capacidad de disfrutarlas.

Y en cuanto a aquellos elegidos que se han formado el hábito de identificar el tesoro a cada instante: 
Solo lo han identificado una vez.

Llegar y Partir

Un hombre  que carga con su pasado es muy lento, carece de la frescura y la velocidad del recién llegado.
Un hombre que pretende y espera es muy ligero, carece de la fuerza y el empuje del que parte.

Si has hecho algo que consideras bueno, hay orgullo. Si lo consideras malo, hay culpa.
El orgullo y la culpa te hacen lento.

Si esperas algo que consideras bueno, hay deseo. Si lo consideras malo, hay temor.
El deseo y el  temor te hacen ligero.

Aquel que acaba de llegar y ya  ha partido, permanece.

El Bosque

Solo podemos internarnos en un bosque hasta cierto punto, más allá del cual el más mínimo desplazamiento implicaría una salida del bosque.
Ese punto es el centro, cuyos radios miden la extensión del bosque y determinan sus límites. 
El bosque es el resultado de la irradiación de ese punto central que es propiamente su esencia; y si queremos profundizar en la naturaleza del bosque, el límite de esta profundización será el momento de la concentración (cuando hagamos coincidir el centro de nuestro ser con el centro del ser del bosque).
Esta perfecta concentración equivale a una identificación, ya que el punto central es siempre el mismo y siempre uno: el mismo sol brilla para todos.
De esto se desprende que si (en lugar de desplazarnos al centro del bosque) nos estabilizamos en nuestro propio centro, el bosque vendrá inevitablemente a nosotros.